jueves, 29 de abril de 2010




Soy caminante de mi camino, prisionero de mi destino.
bajo la luz de un camino lejano, ajeno de memorias y cuidados
andaba yo recordando mustio y sombrío,
esos ojos que hacían mis ojos velar.
Eras mala compañía, pues mi corazón desdichado se moría
en entonces risueño un día, de mis lágrimas se desprendía el amor y la agonía.
!hay,amada mía !
soy caminante de sueños de amor, sintiendo los pasos de mi alrededor
resonó el golpe doloroso y frío
que ahogando la esperanza hace destellos en el corazón.
Y ahora solas y sin dueño cuelgan las botas del sueño.

domingo, 25 de abril de 2010

yo, No soy un títere


La espera se hace larga, mi alma entera agoniza mi vida... solo es otro día más, pareciéndome estar en otro lugar y es que me falta ya la lumbre de la esperanza... O un latido que me haga vivir... Latir el corazón que muere al sufrir...Quiero todo menos verte a ti.
Son las doce de la madrugada, el dolor se me cercena por la sangre que quema y arde destruye mi amor hacia ti; Soy consciente que voy a morir, con una navaja clavada en mi corazón sufriendo, llorando pero aguantando el dolor.
Solo queda el ruido leve de un labrador, al que vive entre aplausos y se brinda de honor, ¡mezquino mortal ¡ que golpea mi nombre, mi vida... Contra ti... el cielo ira.
Puede que para mí no haya mañana, ni haya ayer, porque vivo ajena de memorias que ahogando la esperanza hace abatir los ánimos altivos.
Y si cobarde, resonó el golpe doloroso y frío que ahogando la esperanza hace destellos, pero aun así me rio porque la virtud está en ser tranquilo.
Mi cuerpo no estará, no, pero habrá estrellas, suspiros y esperanza que acariciaran mi nombre esta noche, a la que yo sufro y muero.
Y solo, queda el ruido leve de un labrador, al que vive entre aplausos y se brinda de honor,
Y no tendrá quien lo escuche... Pues solo se quedara hasta que se marchitara
I aunque bajo tierra mi amante cuerpo esté, allí donde tú estés yo estaré para brindar mi gloria y mi libertad.
¡Por fin yo descansare en paz, voy a volar hacia la libertad ¡
Tus manos ya no serán cuerdas, tus palabras ya no me resultaran a mentida y a falsedad… con un lo siento no basta no… ahora te toca pagar.

Era un día sobrio y hostil, estaba esperando una respuesta a tu ida pero lo único que conseguí fue invadido por el silencio, la soledad y la agonía. Noté algo frio en mi mejilla era una lagrima desprendida que corría ligeramente y se fundía. En mis manos una flor y en tu mirada un adiós. Y sí, allí estaba yo como una estúpida recordando quien soy; esa niña arrogante tal vez, a la que todo el mundo cree, pero nadie se da cuenta de que las apariencias engañan, y es que me resultaba tan fácil fingir, tan fácil reír pero no resultaba fácil huir de ti.. A quien quería engañar; Soy débil frágil como el viento cuando baila sobre las hojas de los árboles.

Hoy sí, hoy es mi día, tengo miedo; noto que mis pies se congelan tan deprisa que no tengo tiempo de moverlos para que se me pase el frío, ese frío que corre ligeramente y se centra en el corazón donde en el va dando vueltas rápidamente y sin piedad, lo cercena. Quiero gritar fuerte, muy fuerte a los cuatro vientos, pero no puedo, pues el silencio me ha vencido.

Hasta que vuelvo a despertarme y intenté tranquilizarme, así que dejé de andar y me asenté en la misma sala donde yo solía pensar; cerré los ojos y pensé que todo era un cuento del cual no podía despertar.

Estoy indignada conmigo misma y sin darme cuenta empiezo a llorar. Mis lágrimas nacen en mis ojos y mueren en mis labios, donde mi dedo las expulsa con un pañuelo sin usar y las hace desaparecer, pero tras varios intentos, , mis lágrimas finalmente empapan ese pañuelo de papel con sabor a miel.

Me lo aparto de la cara y me quedo unos minutos observando el pañuelo, lo agarro con toda mi ira hasta que de él renacen las lágrimas derramadas, entonces me digo a mi misma:

“estúpida por creer, por amar, por no saber razonar” .En ese momento recaigo de nuevo en la idea de que nadie merece mis lágrimas una vez más.

Sin darme cuenta una brisa suave me lo arrebata de la mano y comienza a volar alto, muy alto; como si del aire intentara salvarlo de mi ira, de mis manos mojadas por lágrimas derramadas en vano. Era consciente de que el tiempo se me escapaba rápidamente.

Me siento perdida en esta sala, donde lo único familiar son los cuadros donde queda reflectado nuestras desventuras del pasado.

Ahora intento no hundirme en las desventuras de mi corazón. Y yo, ya mujer, aún no he aprendido qué es entender a mi corazón cuando me suplica desesperadamente ser curado de esta traición.

Sus suplicas son expresadas por llantos, y son sentidas, pues las lagrimas desprendidas de mis ojos son su mayor señal de dolor y agonía, suplicando un poco de amor.

Y aunque no quiera aceptarlo es él quien siempre está presente en mis pensamientos. Es él quien me lleva a la locura, a las lágrimas sin sentido, y es por él que yo caigo en un pozo sin fin,

donde mi vida va consumiéndose lentamente. Por más que grite nadie puede salvarme, pues no hago otra cosa que caer, ahogarme en mis penas, ya que mi corazón ya no puede amar a otro, que no sea él.

Y sé que por mucho que llore él no volverá: siento como si mi cabeza fuera a reventar de tantos recuerdos y pensé que era el momento de irme, de irme lejos a otro lugar, un lugar donde sus palabras no me resultasen mentida y falsedad, ese lugar más allá del sol donde todos los sueños se hacen realidad.

Nunca pensé mucho sobre cómo iba a morir, pero morir en lugar de alguien a quien quieres parecía ser una buena manera.

No! Soy estúpida, no quiero irme, aún no y es que tengo tanto que dar, tanto que desear. Así que aunque me pesen mis lamentos dejé de soñar y me fui de esa sala donde yo acostumbraba a pensar.

El frio asechaba sin piedad contra mi pecho, así que agarré fuerte mi chaqueta contra mí, para darme el calor que perdí; mientras con la otra mano alcanzaba un guante; Y sin querer toque algo suave era una carta de tu despedida que decía amada mía:

“El tiempo pasa, y yo ya no estoy aquí”.

Mi ira en esos momentos ardía, pero sabía que aun así lo quería, era esclava de lo que yo sentía y a la misma vez moría porqué perdía.

Y como dice un gran poeta: El amor es sufrido y considerado, nunca es celoso, el amor es jactancioso o engreído, nunca es grosero o egoísta, nunca se ofende ni es resentido. El amor no haya placer en los pecados de los demás y se delita en la verdad. Siempre está dispuesto a escuchar, a confiar, esperar, soportar todo lo que venga.

Y aunque tú ya no estés yo llevo tatuado en mi piel tu nombre.

Y siempre, siempre esperaré en esta sala donde nos conocimos por primera vez. Y prometo que recordaré y explicaré nuestra historia a toda esa gente que con gloria entenderá que no hay mayor placer que querer, nunca te olvidaré, allí donde tu estés yo estaré.